Comida y remedios caseros
Xiomarita Pérez
No sé cómo antes la gente no se enfermaba. La carne se sazonaba con limón, ajo y orégano. Se ponía al sol para que se secara, pasándole todo tipo de insectos, polvo, humo y luego se hervía. También se sazonaba la capa del cerdo, que se llamaba “petisalé” y se ponía al sol.
Las habichuelas guisadas sabían buenísimas con el “petisalé” y el resto se guardaba en la nevera. El cordel donde se colocaba la carne era exclusivo para ese fin. Le pasaban las moscas, se ponía “manía” o manida, que significaba que ya estaba en proceso de putrefacción. Sin embargo, algunas personas estaban acostumbradas a ese sabor y olor peculiar.
Ahora todo hace daño. La leche de vaca, ya después de los 40 años da flatulencia y debe tomarse la de soya, hay que ingerir vegetales, frutas, queso, y todo lo que sea natural y que no contenga almidón.
La toronja es buena, pero las personas que están medicadas por hipertensión no pueden consumirla porque potencializa el efecto. La jagua, la chinola y el tamarindo bajan la presión. Cuando dice que tiene diabetes, los vecinos dicen que la moringa la quita o la planta llamada insulina.
Si es dolor de estómago dicen que el jengibre es lo recomendable y entonces, cuando va al médico, éste dice que afecta el hígado. Si es el pecho apretado te recomiendan la sangre de hicotea. En fin, si te sanas o si mueres la familia no sabe qué fue lo que la produjo. Si te salva fue Dios y si te mueres fueron los médicos. Si vas al médico y éste sólo te dice que tome mucha agua y que no tome café, comentas que el galeno no sabe nada. Pero los pacientes no somos capaces de informarles a los especialistas sobre los menjurjes que hemos tomado antes de visitarlos.