Te-tisana e infusión
Xiomarita Pérez
“Si quieres menta es infusión, si es té es té”. Esa fue la respuesta que le dio un mozo a Carmenchu Brussiloff cuando pidió un “té de menta” en la Gran Vía de Madrid y también esa frase fue el motivo de esta columna cuando ésta me ofreció un té de menta poleo, en su casa (que por cierto me lo debe, porque pensé que me iría de una vez).
Y es que ambas nos pusimos a indagar y resulta que el té es té, porque existe el árbol de té y debemos decir: quiero una infusión de té verde o negro, o una infusión de hojas de naranja, porque la infusión es cuando al agua caliente se le vierten las hojas olorosas o bolsitas de la hierba y se deja reposar por dos o tres minutos.
La tisana es cuando la hierba, hoja o planta se hierve por 20 minutos y luego se deja tapada, se cuela y se toma. Según una serie llamada “Una experiencia de medicina popular en Dominicana” de Ediciones Cosalup 1991, las plantas olorosas no se hierven. Cocimiento o decocción sería más o menos lo mismo que tisana, procesos en los cuales se hierven las partes de las plantas medicinales (semillas y raíces). Suele utilizarse con plantas que no pierden su eficacia por el exceso de calor.
En fin, el vocablo té es utilizado igual que cuando decimos “un mabí de limón”. Y con las marcas comerciales “Necesito un Cutex para pintarme las uñas” “una caja de Kotex” o “dame un Caribe”.
¿Estas serán metonimias? Alguien que me corrija. No podría imaginar que este monosílabo tenía tanto de qué hablar. “Té” lleva acento diacrítico, cuando se refiere a la bebida, pero considero que solo debe llevarlo cuando en el mismo párrafo aparezca “te”, variante pronominal de la segunda persona del singular, como sucede con el “sólo” sin compañía y “solo” de solamente, adverbio. Carmenchu, quiero que me brindes un té verde y te juro que te llevaré galleticas para acompañarlo.