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Las vedas, conservación de especies y sostenibilidad alimentaria

Los humanos nos hemos caracterizado por ser una especie muy eficiente en la obtención de nuestros alimentos con el fin de asegurar nuestra supervivencia. Estos alimentos provienen mayormente de la explotación de los recursos naturales. Las poblaciones humanas están creciendo exponencialmente, llegando a ser un grupo con más de 7 billones de individuos, y que según el Population Reference Bureau agrega 228 mil personas por día, cada una de las cuales necesitará agua y alimento para sobrevivir. Esto trae como consecuencia directa que aumente la demanda de alimentos. Este incremento en la demanda, unido al acceso sin restricciones a los recursos naturales y la falta o poca jurisdicción sobre los mismos, contribuye a un aumento continuo del impacto antropogénico, convirtiéndose en un círculo vicioso que resulta en una disminución constante de nuestras fuentes naturales de alimentos.

Debido a este resultado tan evidente, hemos desarrollado diferentes medidas para disminuir nuestro impacto sobre los recursos naturales. Los casos más tradicionales son el desarrollo de la agricultura, la ganadería y más recientemente la acuicultura como mecanismos para incrementar la producción de alimentos sin agotar las poblaciones salvajes. Algunos métodos de menor intensidad pero de mayor alcance que se han desarrollado en los tiempos modernos son la protección de áreas para que los recursos se regeneren de forma natural, regulaciones de los métodos de cacería o pesca, y los cierres permanentes o temporales de actividades de cacería o pesca, muchas veces relacionados a los períodos de reproducción de las especies objetivo, también conocidos como vedas.

La falta de conocimiento y la dificultad que supone trabajar en el mar, nos ha llevado a la utilización de medidas menos intensas, para asegurar la utilización sustentable de los recursos. Entre estas podemos mencionar las regulaciones de las artes o métodos de pesca, regulaciones de tamaños mínimos de captura, licencias de captura limitadas, prohibición de captura de hembras con huevos, entre otras. Muchas de estas medidas, aunque positivas, resultan muy difíciles de aplicar o costosas de hacer cumplir. Por tal motivo, en la actualidad se promueven alternativas más prácticas como son la creación de áreas cerradas permanentemente a la pesca y las vedas por especie, especialmente en países con menor capacidad para implementar efectivamente dichas regulaciones.

Las vedas son prohibiciones totales o temporales que se establecen para proteger las especies de importancia comercial o aquellas que se encuentran amenazadas, especialmente durante los meses de reproducción. Entre las especies seleccionadas están representadas principalmente invertebrados marinos y peces que en su mayoría se caracterizan por producir cientos de miles de huevos en cada temporada de reproducción, y por presentar dos estados muy definidos en su ciclo de vida: 1) un estado larval planctónico en las corrientes oceánicas donde los organismos flotan libremente, hasta llegar a, 2) un estado relativamente sedentario de juveniles y adultos ya establecidos en un lugar o zona.

Se puede entender claramente que el potencial de regeneración o multiplicación de estas especies es particularmente inmenso durante dicho periodo clave, primeramente por la gran cantidad de huevos producidos por un solo individuo (por ejemplo, cada langosta puede llegar a poner medio millón de huevos). Sin embargo, este potencial de regeneración se reduce drásticamente cuando los individuos son removidos de su ambiente antes de llegar a su estado de madurez sexual o durante la gestación de los huevos. Para explicar esto de manera sencilla y práctica, la pesca de una langosta juvenil o una con huevos, significa que usted a pesar de que solamente utilizará una langosta, está removiendo del ambiente, POTENCIALMENTE cientos de miles de langostas que nunca tendrán la oportunidad de nacer, reproducirse y continuar el ciclo, un caso evidentemente devastador para cualquier especie.

Gracias a la gran variedad de estudios científicos, ya se conocen con precisión las temporadas de reproducción de muchas de las especies de interés y afortunadamente ya algunas se han establecido como períodos de veda en la regulación dominicana. Sin embargo y lamentablemente, hay una falta de aplicación efectiva de estas normas, así como trucos que utilizan algunos comercios para burlar la regulación, lo que impacta negativamente la efectividad de la veda. Un ejemplo crítico es que el mismo decreto que establece la veda en nuestro país, permite seguir comercializando el producto durante dicho período si el mismo es declarado en inventario antes del inicio de la veda, lo cual en teoría es justo, pero en la práctica puede convertirse en un hueco legislativo utilizado por aquellos que desean seguir comercializando dicho producto de manera irregular Es por ello de suma importancia que se elimine esta brecha de nuestra regulación y que además los comercios y consumidores se adhieran a una práctica estricta de no vender ni consumir el producto bajo ningún concepto durante el período de vigencia de la veda. Quedan además en nuestro país especies de gran importancia sobre las cuales aún no existe legislación específica, como son por ejemplo los peces loro que son clave para la salud a largo plazo del arrecife y de nuestras playas, y que deben ser regulados formalmente con carácter de urgencia.

A continuación se presentan algunas vedas de especies marinas potencialmente comestibles según la Ley 307-2004:

Langostas
Espinosa (Panulirus argus)
Pinta (Panulirus guttatus)
Piedra (Scyllarides aequinoctialis)
Mamá langosta (Parribacus antarcticus)
PERÍODO VEDA: DEL 1RO. DE MARZO AL 30 DE JUNIO

Lambí (Strombus gigas)
Caracol fotuto (Charonia variegada)
Pata de mulo (Cassis tuberosa)
Burgao (Cittarium pica)
Burgao Santa María (Astraea caelata)
PERÍODO VEDA: DEL 1RO. DE JULIO AL 30 DE OCTUBRE

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