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Pepín Corripio y su aporte a la transformación de la cocina dominicana

Por María Acevedo

Innovador y emprendedor por excelencia, el empresario José Luis (Pepín) Corripio Estrada incide en casi todos los renglones productivos y comerciales de República Dominicana, sin embargo, el papel que jugó en la transformación de la cultura culinaria de las últimas cinco décadas, a través de su incursión en la venta de gas licuado de petróleo (GLP), no es del todo conocida por lo que fue aleccionador escucharlo contar su experiencia en ese ramo durante el conversatorio “Emprendimiento de alto impacto en la gastronomía dominicana. Estufa y gas para la evolución”, durante la apertura del IV Foro Gastronómico Dominicano “Emprende e Innova”, en el Auditorio Pedro Mir, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

El empresario estuvo acompañado de Luis Marino López y Juan Febles, coordinadores general y comercial, respectivamente, de la Fundación Sabores Dominicanos (FSD), entidad que cada año desarrolla el evento que se ha constituido en el más importante en su género en República Dominicana y que este año contó con Perú, a través de la Sociedad Peruana de Gastronomía (Apega), como país invitado.

El testimonio de Corripio, propietario de un emporio con más 20 empresas y 14 mil empleados, calzó a la perfección con el tema del Foro, ya que tuvo la visión de incursionar en la venta de gas propano en un momento crítico de la historia dominicana: la Revolución de Abril de 1965, tiempos en que se vio obligado a cerrar Distribuidora Corripio por encontrarse en la zona de conflicto bélico.

Su emprendimiento no solo lo benefició sino que lo convirtió en uno de los actores que participarían en la transformación de la forma de cocción de los alimentos en los hogares dominicanos, tras una medida gubernamental que, meses más tarde, buscaba frenar la desforestación masificando el uso de gas propano en la cocción de los y mediante la sustitución de los anafes y fogones por estufas, negocio en el que también tuvo una amplia participación a través de su distribuidora.

“En plena Revolución, apostamos por el país”

El empresario señala que su incursión indirecta en el ámbito de la gastronomía durante la Revolución fue motivada por la confianza en la República Dominicana, porque invertir en el país siempre fue su objetivo y destino. “En plena Revolución, cuando muchos creían que este país se había acabado, nosotros nunca pensamos eso. El país tenía futuro porque los países no se suicidan, hay que hacer que su gente confíe en ellos y trabaje, y que cada quien haga bien su trabajo, que el que barre barra bien y el que tiene más importancia en su gestión la haga bien y honestamente”.

“Lo del gas fue motivado por algo más materialista y menos sentimental. Yo veía, caminando por las calles, que la gente se volvía loca buscando el gas, porque ya se cocinaba en estufas, hacían filas inmensas donde se vendía, estaban dispuestas a pagar sobreprecio y resistían los embastes de una revolución y de los tiros. Yo dije: Pero un negocio que resiste revolución, tiros y en medio de eso la gente paga más que lo que vale debe ser buen negocio, entonces traje como 30 mil cilindros de gas y empecé a vender el combustible. Era la época en que yo le daba mucha importancia al dinero, hoy no, ya uno trabaja como emprendedor entre comillas, porque yo me siento un emprendedor de 84 años; papá lo fue hasta los 97”, expresa Corripio.

Así fue como en el mismo año de la Revolución nace Gas Pepín, con su terminal en Andrés Boca Chica. Apenas meses después, en 1966, el gobierno del entonces presidente Joaquín Balaguer toma trascendentales medidas para frenar la deforestación que ya registraba la isla, con un grado de depredación de los bosques estimado en 11 por ciento en República Dominicana y 13 por ciento en Haití.

Corripio da los créditos al gobierno que encabezaba el doctor Balaguer, por las medidas tomadas para revertir la situación, entre ellas la prohibición de la tala de árboles, de la comercialización de madera y el cierre de los aserraderos. El gas fue subvencionado y se subió el precio al carbón lo que prácticamente obligó a la mayoría a consumir GLP y a comprar, por el bajo poder adquisitivo, pequeñas estufas de mesa de dos y tres hornillas, que cuando las posibilidades lo permitían cambiaban por otra con horno.

“Fue una revolución”

En mi casa, que era pequeña, de madera con techo de zinc, en la Mella esquina Santomé, arriba del pequeño negocio de mi papá, yo vi comprar el carbón que vendían en una carreta que empujaba una persona, vi vender en paquetico la cuaba para encender el carbón, vi las planchas de hierro que se ponían arriba de un anafe a calentar, después vino la estufa eléctrica, cuando la electricidad era más barata; fue un brinco irregular”, precisa.

Amplia, que luego vino el gas, que se impuso como medida de protección medioambiental, modernizando las cocinas y transformando una cultura culinaria de siglos, al sustituir la forma de cocción de los alimentos.

Gas Pepín no resultó un emprendimiento fácil. De acuerdo a Corripio, las compañías multinacionales no querían venderle a un tercer suplidor, porque el valor del gas depende más del transporte que, además de encarecerlo, determina que haya combustible o no.

No obstante, “finalmente nos involucramos en el negocio, tuvimos éxito y fuimos parte de la gente que contribuyó en gran medida y mayor que nosotros al aumento del consumo de gas en República Dominicana. Fue una revolución porque cambió un patrón de conducta al cocinar, eso realmente persiste y creo que va a persistir en forma muy prolongada, porque la cocina eléctrica como alternativa es muy costosa y volver atrás sería primitivo”, señala Corripio.

El consumo del gas es la alternativa, ¿a qué precio? El gas debe estar al alcance de la gente, entiende Corripio, “no encareciéndolo y dando “Bono Gas”, porque yo no creo en las dádivas más que por un tiempo, la gente que necesita ayuda debe poner un precio en su mejoría y las dádivas a veces, incluso, humillan. Para crecer y salir de la pobreza, la gente tiene que pagar un precio, pero la sociedad: los empresarios, la gente con recursos y los gobiernos deben evitar ponerles vallas que solo hacen que la gente nazca y muera en la clase pobre”.

 

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